NOALUR y su Badakit
L a descubrí por casualidades, porque un amigo me empujó a descubrirla, porque se acordó de que era viernes y había música en vivo y yo no. Llegué con la lengua fuera al teatro porque casi no tenía tiempo de pensar en cómo ajustar mi agenda al evento. Llegué tarde, por supuesto. Me senté con las pulsaciones a mil y cabreado porque no me gusta llegar así a los sitios. Me gusta hacerme a la idea, tomarme mi tiempo, echar unas risas antes de entrar, entrar en ambiente como se dice. Pero allí estaban, ella y él, Noa y Eliseo, voz y guitarra, guitarra y voz, y no tardé en dejarme llevar. Al final del concierto en el Teatro Leal, en aquella pequeña sala sobre el tejado lagunero, estos amigos con los que fui me compraron y me regalaron el CD (¡encima!, ¡vaya detalle!). Desde ese día, las canciones de Noalur me acompañan en el coche, tal como se lo prometí a ella, porque esperé a Noa para que me lo firmara y ella me puso en la dedicatoria, con tinta de color azul, azul de blues, "Migu