Calor en el recuerdo.
Nos dirigíamos presurosamente hacia la terraza. No queríamos que se nos hiciera tarde.
El bar estaba aún vacío y en la terraza, sobre las mesas, las luces de las velas esperaban a ser acariciadas por alguien más que no fuera la brisa que bajaba desde la gran montaña nevada.
Victor y Cristina, en su bar tacorontero, nos recibieron con su sonrisa y hospitalidad de costumbre.
-¿Algo para calentarse?.- Nos ofrecían.
No necesitábamos aún calentarnos a pesar del frío. Había que traer los instrumentos, y montar el escenario a un lado de la terraza. Y eso era suficiente trabajo para entrar en calor.
Nos pusimos manos a la obra. Todos con esa extraña mezcla de angustia e ilusión. Correteo entre cables, amplis, atriles y altavoces. Era nuestra primera vez en un escenario ante gente desconocida. Por primera vez el aplauso no era seguro. Por primera vez teníamos que ganarnos el calor del público. Salíamos de la seguridad de nuestro cuarto de ensayos o de las audiciones en familia, que nos aplauden siempre salga bien o mal, porque día a día ven nuestro esfuerzo para que el instrumento suene bien. Y por si solo, ese esfuerzo merece recompensa. ¡Faltaría más!.
Los chicos del grupo parecían tener treinta y los adultos parecíamos chavales de quince. El mundo al revés.
El momento se acercaba. Una cerveza y a afinar. ¿Aguantarán los instrumentos afinados a pesar del frío?. Las mesas se llenaban de caras curiosas. Niki, el jefe del grupo, lanza una última modificación sobre lo ensayado... Nos pone de los nervios. Pero él sabe porqué lo hace. Él tiene muy claro que todo va a salir bien porque tocaremos para disfrutar. Él si tiene experiencia y sabe que cuando el ritmo surge y se impone, acalla los miedos y los dedos no fallan. No martillean el instrumento. Lo acarician para hacerlo sonar.
Un, dos... Un, dos, tres,... y a comenzar. Surgen los primeros acordes y el mundo de repente se contrae y se queda dentro del escenario, lleno de notas de colores. Acordes de marimbas y notas de viento y cuerda al ritmo del corazón del bajo y la percusión. Solo existimos nosotros. Por primera vez en la noche el calor gana al frío.
Acorde final. Suenan los primeros aplausos. La noche solo acaba de comenzar.
Comentarios
Aunque llevo más de 35 años subiéndome a escenarios de lo más variopintos y para innumerables peripecias, esa fue una noche muy especial en la que me volví a sentir como un chavalín, dando mis primeros pasitos con un nuevo y aún prácticamente desconocido compañero de viaje entre las manos.
Gracias a ti por tus sabias palabras, gracias a Niki por su confianza, y gracias a Mercy por su paciencia.
Jose Diepa
Me reafirmo en tus palabras, sobre todo en lo de agradecer a los profes y de manera especial a Merci, nuestra querida profesora, su paciencia con nosotros.
Espero verte por aquí a menudo. Un fuerte abrazo
Besos.
Gracias Angeles por tu brindis. Compartiremos seguramente más momentos mágicos y musicales. Un beso
Y ¡qué bien descritos sensaciones y ambiente! Felicidades por la ilusión, por la capacidad de crear, por la generosidad para compartir.
Un abrazo grande