La A invertida de Javier Álvarez: jugando con el sol.
Javier Álvarez (Foto: Miguel A. Brito) Una A invertida , un juego, una existencia efímera y a la vez duradera como un abrazo perfumado. Un canto a la luz de un sol que mengua, un hola a la luna que pinta el salón del azulpicasso de la oscuridad, un dar la vuelta a la lógica como un calcetín. Personas que conozco de manera circunstancial, que quizás no vuelva a ver, o quizás sí, ¿por qué no?, la vida te da tantas sorpresas. El viernes por la noche me la dio y casi no la busqué, me la encontré por el camino gracias a eso, a las circunstancias. Canciones que recordé y otras que descubrí y que sólo existen ya en recuerdos, frases sueltas, como esas tardes de semana en las que no hay tiempo de tomar el té. Javier Álvarez cantó para nosotros, un reducido grupo de personas, su último trabajo que insiste en enseñar y no grabar, en regalarlo y no venderlo, retomando esa historia que vivió hace más de veinte años cuando hacía lo mismo, en el "jardín de su pueblo" en Madrid,