Ayer caminé después de mucho tiempo sin hacerlo. Yo puse mi grano de ilusión, sólo ilusión. Mi hijo me preguntaba mientras andábamos,
¿pero cambiará algo?, ¿no irán a buscar petróleo después de esto? Ojalá me hubiera preguntado cómo era eso de que los niños no venían de París. No supe qué contestar ni cómo decírselo. Me quedé en un escueto,
nosotros ya hemos hablado, ellos sabrán qué es lo que hacen; no me convenció mi respuesta.
Ayer caminamos, y entonamos consignas, escuetos arranques literarios a ritmo de palmas: "Canarias no se vende, canarias se defiende". Esta me hizo pensar, me sigue haciendo pensar: Somos pasto de los intereses.
Ayer es verdad que hubo una gran manifestación, que nos congregamos muchos miles para decir ¡No!, cada uno a su manera. Pero en el camino me encontré de todo. Banderas de todos los colores y que no venían al cuento, Rusas, de la República, de sindicatos,… Yo pensaba, aquí, cada uno va a su rollo. Pasó a mi lado un grupo de mujeres y una de ellas le decía a las otras yo paso de ir hasta allá a escuchar el manifiesto, ¿qué tal chicas si vamos a la calle la Noria a por una cerveza, que hace calor?, y se fueron, las vi perderse Noria arriba: iban de fiesta. A otros los encontrábamos de vuelta mientras nosotros íbamos al encuentro de la manifestación, y yo les preguntaba ¿ya acabó la manifestación? y ellos me contestaron qué va, todavía hay jaleo, pero yo ya estoy cansado y me recojo. Luego dispersión en vez de estar unidos: unos a la plaza a leer el manifiesto y otros a manifestarse ad libitum frente a las plataformas y a liarla, a liarla contra las plataformas, esos gigantes de metal sordos a los gritos, ¿a qué fueron hasta allí?, a tirar contenedores, agredir a una reportera gráfica que sólo quería hacer su trabajo. Estas minucias e inmundicias también pasaron, me lo dijeron, yo no estaba para verlo porque cuando vi el percal nos dimos la vuelta y mi hijo, mi esposa y yo estábamos en la plaza escuchando el manifiesto y aplaudiendo. A eso bajamos, ¿no? A eso bajamos todos, ¿no? Pero no todos bajaron a eso, no. Todos sabían que había que estar, pero no todos sabían para qué. Mucho confundido que vi. Mi hijo era uno de esos antes de bajar, culpa mía que no supe explicárselo. Por la mañana me decía que no tenía ganas de bajar a la manifestación, que eso del petróleo le daba igual, que ¡jo!, que eso es un rollo, papi. Ya en la plaza, después de lo que vio y lo que hablamos, me pidió permiso y se adentró en la masa de gente e hizo fotos con su móvil mientras se leía el manifiesto, luego vi una colgada en Instagram y me dijo que le había gustado venir y que no estaba bien eso de sacar petróleo y que por qué no buscaban en otro lado y que qué feas eran las plataformas esas, que no le gustaban, que no se veía el mar.
Mereció la pena bajar, aunque no nos escuchen, ¿verdad hijo?
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Estas plataformas son solo nubarrones
(Foto: Miguel A. Brito) |
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Muchas decenas de miles de personas en Avenida Anaga
(Foto: Miguel A. Brito) |
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Canarias contra las prospecciones
(Foto: Miguel A. Brito) |
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Algún día lo entenderá. Tal vez ya hoy lo entienda
(Foto: Miguel A. Brito) |
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Coronando la cima, gritando alto
(Foto: Miguel A. Brito) |
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¡No!
(Foto: Miguel A. Brito) |
Comentarios
Ejemplos hay miles. Ayer pasé por la autopista por Granadilla y recordé las manifestaciones contra el puerto del mismo nombre. Allí estaba, grande, firme, en una avanzado estado de construcción. En breve será una realidad para toda la vida. A su lado llegaba el "tufo" a los intereses de Melchor, que había llegado a un acuerdo con Mercadona, que tiene allí su red de distribución a toda la isla. Allí estaba los terrenos colindantes, todos despropiados y otros comprados a precio de rústico. Pronto serán descalificados como zona industrial. Y no quiero seguir con más datos pues me enervo.
¡No servirá de nada! Donde existe dinero no hay otra opción. Saben que el pueblo patalea y que luego se olvida. Se agota. Lo agotan, lo debilitan. Nunca hay triunfo. O muy pocas veces. Solo cuando se derrama sangre.