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Mostrando entradas de noviembre, 2013

Pedro Guerra: el rastro de la honestidad

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E ntramos de puntillas en el salón de su casa. Éramos más de cincuenta, cien, doscientos y no le molestamos mucho. A pesar del gentío éramos un rebaño silencioso, muy educados. Ya no éramos quinceañeros con ganas de marcha sino maduros ochenteros y noventeros, de los que nos comportamos con el sosiego que da el haber pisado firme y también pasado de puntillas por nuestras vidas. Portada del último trabajo de Pedro Guerra: 30 años. Pedro entró y se quitó el abrigo, y los zapatos, y pisó descalzo el escenario y encendió la luz de la pequeña mesilla llena de recuerdos musicales que le acompañaba a su derecha. Allí reposaban su vieja bandolina rescatada de su infancia, o el pequeño timple, símbolo de su tierra. Se sentó y cogió la guitarra. Él y su guitarra, solos los dos, solos él y nosotros. Y tocó. Primero Daniela , y luego una tras otra fueron cayendo otras muchas canciones que llenaron el auditorio de sonidos y nuestras cabezas de recuerdos, porque treinta años cantando y compon

Dianne Reeves: ¿Cómo se convierte la voz en instrumento?

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Dianne Reeves Imagen extraída de Google Images Me quedé perplejo. No es de extrañar. No fui el único por lo que pude escuchar en las conversaciones de los que salíamos del auditorio. Hay cantantes que te sorprenden por su voz. Otros por sus letras. Otros por cómo conectan con el público, por cómo se desenvuelven en el escenario. El pasado miércoles fui a escuchar a Dianne Reeves. Ella me sorprendió por algo que estaba por encima de todo esto que os he comentado anteriormente: por haber convertido su voz en instrumento musical, un instrumento de varias octavas, capaz de ir del grave al agudo de un salto, sin quedarse a medio camino, acertando de lleno en el pentagrama. Poseída. Con un estilo interpretativo que se queda a medio camino entre su Detroit natal y África, en donde a buen seguro tiene sus raíces. Ritmo, voz, ritmo y más ritmo, y voz y más voz. No paró de cantar. Tanto es así que hablaba cantando. Tanto es así que nos presentó a los componentes de la banda cantando. Tan

Susurros asimétricos.

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El descanso del sombrero (fotografía: Miguel A. Brito) –Quítate el sombrero, deja que vea tus rizos. –¿Para qué? –No sé. Me gustan. Parecen caracoles. Me gustan los caracoles. –Hace mucho sol. ¿Quieres que me queme? –Anda. Hazme ese capricho. Precisamente por el sol lo digo. Así, ¿ves? Me encanta. –¿Te encanta el qué? Yo no me veo. –Me encanta ver cómo se cuelan los rayos entre rizo y rizo y el rubio se llena de matices, claros más claros, brillantes, oscuros. Me gusta meter mis dedos en ellos, llenarme de anillos de oro. Eso son tus pelos, anillos. –Pero si tengo ya más pelos blancos que rubios. Además, ¿no eran caracoles?  –Bueno sí, también. Anillos y caracoles. Deja que te huela. Hueles a mar, a sal especiada, a camarones, a arena, a ganas de nadar sobre mí. ¿A que tienes ganas de nadar sobre mí? –Sí, mucho. Sigue olisqueando mi pelo, que yo tengo buena vista desde aquí. Me gusta resbalarme en tu escote. ¿Sabes? Desde aquí casi puedo ver el principio de tu pezó

Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea - Annabel Pitcher

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Libro: Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea. Autor: Annabel Pitcher. Ediciones Siruela Páginas: 232 Precio: 12,95€ en Agapea (también disponible en edición de bolsillo a 7,99 € y en versión Kindle de Amazon a 9,49€) Seguramente nunca hubiera leído este libro si no hubiera sido una recomendación de uno de los miembros del Club de los 1001 Lectores. Eso es lo bueno de pertenecer a un club de lectores: que descubres nuevos libros, nuevos autores, y sobre todo que las propuestas vienen filtradas porque quien propone es lector, un lector crítico, que juzga, con criterio. Puede ser que entre las propuestas vengan libros menos buenos, pero casi siempre la sorpresa es grata, como es el caso. Digamos que "Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea", no es que se trate de un gran libro, tampoco es alta literatura, pero es un libro diferente, con una voz que atrapa, la del narrador Jamie, un niño de apenas diez años. Jamie vive en casa de su padre con su her