Homer y Langley - E.L. Doctorow

Libro: Homer y Langley
Autor: E.L. Doctorow
Editorial: Miscelánea
208 páginas
ISBN: 8493722871
Pvp: 17,10 € en Agapea
"Soy Homer, el hermano ciego". Esta frase bastó para engancharme. "¡Qué ingenioso!", pensé. Escribir desde la perspectiva de un ciego en primera persona fue algo que me atrajo. Poco o nada me preocupé de averiguar sobre la vida real de los dos personajes principales en la vida real, los hermanos Collyer, porque temía que empezara a establecer búsquedas de inexactitudes en la narración de los hechos o que tuviera ya el foco de lector puesto en el desenlace y me perdiera el camino. Lo mejor que hice y lo recomiendo: no lo hagas tampoco. Mejor leer sin pensar en nada y disfrutar como yo he disfrutado.

"Homer y Langley" es la obra número 19 en la trayectoria literaria de Edgar Lawrence Doctorow, un escritor norteamericano en cuyos libros aparece mucho de crítica social con novelas, en algunos casos, muy próximas al ensayo sociológico. Homer y Langley responde a ese prototipo de estilo Doctorow pero constituye un gran ejercicio literario.

Es una novela escrita sin muchos adornos, fluida, con un narrador en primera persona, los ojos ciegos de Homer, que cuentan a su musa, un personaje que aparece casi al final llamado Jacqueline, todo lo que ha vivido junto a su hermano Langley, el mayor, que cuida de su hermano ciego con la dedicación de un padre. Dos personajes muy excéntricos, aunque vistos desde sus propias perspectivas, las que tiene el uno del otro, son de lo más normales. Por eso se respetan, quieren y aceptan. Destaco lo curioso que resulta el poder terminar viendo el mundo de estos hermanos de una manera tan clara y que no me chirriara tanto que lo haya sido capaz de ver desde los ojos de alguien que no ve. No encuentro donde está el truco, pero Doctorow lo ha logrado y no encuentro, por más que lo busco, dónde estuvo el engaño. Y está ciego, ciego de verdad:

"Hay momentos en que no puedo soportar esta conciencia incansable. Sólo sabe de sí misma. Las imágenes de los objetos no son los objetos en sí. Despierto, mi vigilia y mis sueños forman un continuo. Siento que mis máquinas de escribir, mi mesa, mi silla tienen esa seguridad de un mundo sólido, donde los objetos ocupan espacio, donde no existe el vacío infinito del pensamiento insustancial…"

Hay dos lecturas que nos podemos encontrar en Homer y Langley. La de la historia en sí y la de la historia que subyace, la crítica hacia la sociedad del consumo, al placer que encontramos por tenerlo todo y casi terminar sin darnos cuenta no teniendo espacio para respirar y creernos que el mundo que construimos es el que nos rodea y que de puertas para afuera sólo hay agresores de nuestras vidas, depredadores de nuestras pertenencias. La casa de los Collyer termina desprendiéndose de sus habitantes y llenándose de posesiones. Y visto en cierta manera así es la vida: las personas son más insustanciales:

"Y así desaparecen las personas de la vida de uno y lo único que recuerdas de ellas es su humanidad, una pobre entidad espasmódica, sin territorio propio, igual que la tuya."

El tratamiento que hace Doctorow a la historia es de altura literaria de principio a final, con un desenlace que me ha dejado una palabra incapaz de salir de mi boca. Me la terminé tragando. Acabé mudo: Mudo por culpa de un libro escrito por un ciego.

Comentarios

Ángeles Jiménez ha dicho que…
Lo mejor que he leído en mucho tiempo, amigo, gracias por la reseña, no quise leerla hasta terminarla.
blogampadominicas ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Inma Vinuesa ha dicho que…
Para mi también es de lo mejor que he leído.
Pedazo de reseña Brito.

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