Atrás queda.
Una vez escuché decir que para huir del pasado, lo mejor era correr hasta morir. Así que, un buen día, me calcé las playeras decidido a rubricar mis senderos con la firma de mis calzas. El trabajo había matado mi familia, y la tristeza que sentí mató el trabajo, y una mañana me dije, ¡Al cuerno, me voy a echar a la calle a correr!; oye, dicho y hecho.
Quince minutos de carrera acabaron rápido con mis ganas, pero el caso es que me sentí bien. Tan vacío quedé que tuve ganas de volverlo a intentar para ver si así llegaba a conocer el límite de mis fuerzas. Era..., cómo decirte..., como una mezcla de dulce sufrimiento y morbosa curiosidad por conocer dónde terminaba mi existencia. Empecé a pensar que era capaz de huir tan lejos de lo que había sido mi vida, que ésta no podría alcanzarme por mucho que intentara perseguir la peste del sudor de mi esfuerzo. Así empezó mi carrera.
Pronto olvidé mi pasado, apelotonado entre hombros, espaldas y pechos, y rancios aromas de tercos maratonianos como yo. He pisado arenas y nieves, aguas y lodos, piedras y alfombras, y me siento tan lejos...
Ya casi no recuerdo quién fui.
Perdone... Me he ido. ¿Me preguntaba usted hasta dónde pensaba llegar y hasta cuándo pensaba correr? La verdad es que no lo sé. Aún no me he alejado lo suficiente.
Fotografía: Rompiendo muros (Miguel A. Brito)
Quince minutos de carrera acabaron rápido con mis ganas, pero el caso es que me sentí bien. Tan vacío quedé que tuve ganas de volverlo a intentar para ver si así llegaba a conocer el límite de mis fuerzas. Era..., cómo decirte..., como una mezcla de dulce sufrimiento y morbosa curiosidad por conocer dónde terminaba mi existencia. Empecé a pensar que era capaz de huir tan lejos de lo que había sido mi vida, que ésta no podría alcanzarme por mucho que intentara perseguir la peste del sudor de mi esfuerzo. Así empezó mi carrera.
Pronto olvidé mi pasado, apelotonado entre hombros, espaldas y pechos, y rancios aromas de tercos maratonianos como yo. He pisado arenas y nieves, aguas y lodos, piedras y alfombras, y me siento tan lejos...
Ya casi no recuerdo quién fui.
Perdone... Me he ido. ¿Me preguntaba usted hasta dónde pensaba llegar y hasta cuándo pensaba correr? La verdad es que no lo sé. Aún no me he alejado lo suficiente.
Fotografía: Rompiendo muros (Miguel A. Brito)
Comentarios
El texto está muy bien escrito, pero la teoría del personaje no la comparto. Del pasado no se puede huir, es como la sombra, siempre está pegada a la piel.
Un beso
Me ha encantado!
Un abrazo