Un brindis por mi
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Sí, me intenté quitar la vida como usted bien
dice, pero deje que le cuente. Las personas en el mundo que hemos conocido
hasta ahora, han buscado la eternidad. El otro día leí, o no, creo que lo vi en
un reportaje. Bueno, da lo mismo, el caso es que decían o leí que hace cien
años la esperanza de vida de un ser humano aquí en España era de cincuenta
años. Hoy es de setenta y cinco u ochenta, ya no me acuerdo. Pero es que hasta
ahora valía la pena vivir mucho. Había trabajo. Como llevabas años cotizados te
podías jubilar y si te cuidabas un poco estabas hecho un chaval. En los
trabajos ganabas lo suficiente para comer y para comprarte varias casas y
encima te sobraba para ir al cine todos los fines de semana que es lo que a mí más
me gusta. Así valía la pena casarse y hasta tener hijos. Tres. Me gustaría
tener tres. ¿Que por qué? No se. Me gustan los números impares, y uno no me
gusta porque es muy triste ser uno, que me lo digan a mí, y cinco hijos son
demasiados.
Bueno, lo de triste por ser hijo único lo digo
porque siempre eché de menos tener un hermano. Mejor un hermano menor que uno
mayor que yo. ¿Qué por qué?, pues porque me gusta enseñar pero no me gusta
mucho que me enseñen. ¿Mi infancia? Pues creo que pudo ser menos triste a poco
que mis padres se hubieran molestado un en escucharme. Por ejemplo, mi padre me
enseñó a leer antes de que fuera a la escuela, y yo me pregunto ¿qué prisas
había? Siempre quiso también que fuera el primero de la clase y que estudiara
piano porque él no tuvo tiempo de hacerlo y yo tenía todo el tiempo del mundo.
Pero si yo tenía todo el tiempo del mundo, el tiempo era mío, no de él digo yo
¿Sabe usted lo duro que es que una misma persona tenga que ser todo lo que los
dos padres no pudieron ser al mismo tiempo? ¿Todo junto? ¿Se ha parado a
pensarlo? Pues ese soy yo.
Sacaron de mi todo lo que quisieron. Toco el
piano y soy ingeniero porque es la profesión que quería mi madre. No se por qué
se empeñó en esa profesión si creo que el único ingeniero que conoce soy yo.
Será porque suena así como muy interesante. Sí. Ella dice mi hijo es ingenieeero
poniendo ese énfasis en el diptongo: ingenieeero. Lo que no dice es que
no hay curro ni lo va a haber, sino que la cosa está difícil y eso de que a ver
si cambian las cosas. Ilusa…
Pues no. Usted está equivocado. Aunque me diga
que lo que le he contado no tiene nada que ver, sí que tiene que ver. No soy
egoísta como le dije, así que quitándome del medio soy un parado menos que
mantener para este país, mis padres no me dejarían herencia, sería yo quien les
dejaría la herencia de terminar sus días pensando ¿en qué hemos fallado?, y Susana, mi novia, sería libre para buscar
un mejor partido con el que poder casarse y ser feliz y darle un mejor padre
para nuestro hijo. Pero quiero morir así cogiendo a todos por sorpresa,
haciendo que no se cumplan las reglas de la lógica, muriendo antes que mis
padres y sin conocer a mi hijo. Me iría sin irme, ¿lo entiende? Quedaría de mí
una especie de aura de misterio, una presencia ausente, alguien que pasó por el
mundo y dejó sus cosas sin acabar esperando eternamente a que vuelva para
acabarlas. ¿Se imagina? Mis amigos me recordarían cuando fueran al pub La
Mosca, ¿ha estado? Se lo recomiendo. Allí nos vemos todos los primeros viernes
de cada mes. Brindarían por mí. Dirían aquello de ¡por Fede! Sí, yo no
estaría para oírlo, es cierto, pero en el último momento, justo antes de morir pensaría
en ello y así se me quedaría una
sonrisa congelada y la gente en el velatorio al verme la cara pensaría: Pero
si Fede se quitó la vida y se le ve tan feliz, ¿realmente era feliz? Ahí les quedaría la duda. Yo no se los pienso
aclarar.
Comentarios
Muy bueno¡¡¡¡
La verdad es que casi le hace un favor a la novia y, sobre todo, al hijo nonato.
Me ha gustado mucho el texto. Mucho.
Eres un gran creador de textos, un buen inventor de invenciones reales de realidades inventadas.
Me ha gustado mucho.
Grande, Miguel, cada día más.