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Mostrando entradas de abril, 2013

Besar hacia atrás

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I ncapaz de besarte y avanzar, temiendo despertar derramando mi último aliento ensangrentado envuelto en las sedas espinosas de nuestro lecho, decidí besar hacia atrás, esconder el deseo, envolver mi corazón con el recuerdo de tus manos para dejar de sentir su desordenado aleteo. Esa tarde la niebla se coló por debajo de la puerta y, justo en el momento en que dejé de ver tu silueta, ahogué mi garganta en el adiós.

Nancy Fabiola Herrera atrapó su sueño

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Nancy Fabiola Herrera E ra el año 1999, era abril. Tomé un vuelo Madrid-Nueva York. Ventanilla. Me gusta la ventanilla. ¡Qué bien! Podría echar una cabezada, o dos. A mi lado se sentó una chica, morena, con ojos rasgados y una boca digna de ser recordada. El viaje iba a ser largo, muy largo, pero fue corto muy corto. Buenos días , me dijo con deje canario: ¡Una Canaria, a mi lado, en un vuelo desde Madrid hasta Nueva York! Eso sí es casualidad. A poco de despegar la vi sacar un libreto de ópera (primera vez que veía uno). “ El Barbero de Sevilla ”, lo recuerdo, ella iba a hacer una audición en esos días. Vivía en Nueva York, se llama Nancy, Nancy Fabiola Herrera . Le pregunté en qué consistía una audición, cómo vivía allí, por qué, satisfizo mi curiosidad con una buena dosis de paciente generosidad, así es Nancy. Le pedí que me cantara. Me cantó. Me cantó el aria de Fígaro , en voz baja, no era cuestión de dar un do de pecho a 9000 metros, o más, pero en el susurro de su voz,

Plegaria

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M i vida es un asco, sobre todo en lo que se refiere al asunto de la suciedad de mis pensamientos: Señor, perdóname señor. No puedo evitar hurgar en sus vidas y tirar de sus hilos enredados. A veces quisiera no llegar tan lejos, quedarme sólo en el umbral de la puerta de sus alcobas, pero ellas se abren a mí como flores pidiendo agua, y yo las intento regar con palabras de consuelo, de compasión por sus actos tan humanos e impuros. Sus confesiones se me clavan en lugares remotos que ya no recuerdo si un día exploré. Son como plantones negros de malvas que crecen eternas, con raíces que arañan mis intestinos y encojen mis pulmones y me hacen respirar hondo para no morir ahogado. Se me encharca el estómago, se convierte en un pantano. No me puedo arrancar sus voces de mi cabeza, vuelven y vuelven y revolotean resonando como graznidos en la noche. Al darles la comunión y ver cómo de mis manos a sus bocas se derrama tu cuerpo sagrado y en vez de paladearte agradecidas te engull

Hablar solos - Andrés Neuman

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Libro: Hablar solos Autor: Andrés Neuman Edita: Alfaguara ISBN: 978-84-204-0329-8 PVP: 18,00 € (9,49 € en versión Kindle) C uando veo que Andrés Neuman tiene apenas treinta y cinco años y es capaz de escribir con tal nivel de madurez, me pregunto, ¿hasta dónde puede llegar a escribir? De Andrés leí y comenté en este espacio su libro " El viajero del siglo ", una novela que me impactó más que por la historia por su modo de contarla. Con "Hablar solos" me he quedado con la boca abierta, sin palabras, mudo, hablando solo. La historia en sí es sencilla: padre enfermo de una enfermedad incurable, hijo con mirada inocente hacia este hecho y esposa que ve su pasado y futuro, de repente, en un cruce de caminos de pasados, presente y futuro. No hay más. Pero detrás de esta historia tan aparentemente sencilla está la genialidad de quién la cuenta y de cómo lo hace. ¿Se imaginan una coral a tres voces? Tres voces calladas, hablando hacia dentro, diciéndose a sí mismos lo

Desafío

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Hoy es el día, ahora es la hora. Hoy te miro a la cara toro, tan trincado y negro tu pelo y tan brillante porque siempre hay sol en la plaza, pero no te creas mejor que yo, porque el sol es tan tuyo como mío. Toro, tan imprevisible en tus movimientos, tan oscuros tus ojos que apenas distingo sus pupilas, que apenas me dicen solo nada, que solo me dicen casi todo . Hoy rompo los botones de mi camisa y te muestro mi pecho, no voy con capote de engaños ni empuño el estoque de la muerte. Hoy abro mi alma, te voy de frente, toro. Estoy harto de correr. No te temo. La Plaza está vacía. Solos tú y yo. Tus cornadas me dolerán seguro, pero por mucho que me hagan sangrar no lograrán  que hinque mis rodillas en la arena antes que tú.

Búsqueda (y 2)

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–Es que no se por donde empezar. Me impregné de él. El olor lo llenaba todo, su olor. Era suficiente la luz de las velas. Sus llamas vibraban a mi paso como acompañando mi ritmo pausado. No me atreví a encender la luz por no romper el equilibrio, la magia que allí existía. Temía que si lo hacía, todo se desvanecería y se escurriría de mis dedos. Estaba tan cerca de tocarlo… De reojo, a la derecha, vi la alfombra al pie de su cama. No la pisé y miré hacia el otro lado, a mi izquierda. Después de su advertencia de no pisarla, pensé que no era digna de mi mirada. Allí, a la izquierda, había un mueble estantería de madera con pocos libros y muchas piezas. Piezas sin valor, baratijas a los ojos de un profano, pero por un momento me pareció verlo recogiéndolas del suelo como si quisiera llevarse a su casa trozos de mundo que encerraran la esencia de sus antiguos dueños que, por las formas, se intuía que habrían sido femeninas: pequeñas cuentas de collar, minúsculas trabas de pelo,.