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Mostrando entradas de febrero, 2013

La última lágrima

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Una furtiva lágrima Aut: Nicoletta N o puedo perdonarme el día en que su última lágrima se escurrió entre mis dedos sin poderla atrapar. Asomó por la esquina de su ojo izquierdo, el juguetón y vivaz, el que tiempo atrás repasaba mis imperfecciones, divertido, sin apenas inmutarse. Ahora se vació y luce marchito, apenas una hoja trémula agitada por el viento a punto de dejar su árbol y caer al vacío y cerrarse del todo, como lo hicieron sus labios después de decirme adiós. Esa última lágrima estaba tan cerca. Quizás un leve toque de entusiasmo la habría retenido en su cuna y hubiera salvado a su ojo de secarse para volver a lucir el brillo húmedo que siempre tuvo, el de una fuente chapoteósica y risonante. Hoy su mirada es gris y asonrisada.  Traspasa mi cuerpo más allá del rellano, y me siento el espectro de una tumba sin nombre. Su ojo busca un camino perdido o un infierno por recorrer y mi voz susurrada para no asustarla es un sordo aliento infecundo. La mesa de nuestros encuen

Jornada de puertas abiertas

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H ace unos días escribí una breve reflexión sobre la reencarnación. La vida en Sorbos ha supuesto una apuesta personal por retomar una vieja afición que por razones que no vienen al cuento dejé en un momento de mi vida. En mi camino se cruzó una segunda oportunidad de retomar esto de escribir y tomé esa dirección sin dudarlo, porque algo, ese-no-se-qué al que aludía en mi reflexión, me dijo que debía hacerlo, que el tren pasa otra vez y que quién sabe si volverá a pasar. Desde entonces no he parado de caminar, de escribir. Hoy hace dos años que os invitaba a acompañarme en este viaje de sensaciones que es La Vida en Sorbos. Quería agradeceros el haber estado aquí, a los que seguís desde el principio, a los que acudís a veces, a los que estuvieron y hace tiempo que no los veo (los echo de menos), a los que me arengaron y también a los que me dieron una colleja, que también me la merecí seguramente. A todos y cada uno, gracias. Quisiera abrir esta puerta hoy para que dejéis, a modo de

La vida de Pi

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A yer por la noche tocó cine y ofrecí a mi hijo de once años elegir, aún a riesgo de acabar viendo dibujos animados enlatados. Él, en un acto de madurez sin parangón me sorprendió con la elección: La vida de Pi. Yo me agarré a su propuesta como a una balsa en una tormenta, y quién me iba a decir que precisamente de eso iba a estar viviendo en las siguientes dos horas y algo que dura la película. Me recomendaron que no fuera a verla con mi hijo pequeño aunque no me explicaron muy bien por qué. Nada. Pueden ir a verla con toda tranquilidad con un niño de once años. No le va a pasar nada y, todo lo contrario, es muy probable que en la tertulia posterior salgan temas interesantes de qué hablar, tal como a mí me pasó. La vida de Pi es una de las películas con más nominaciones para los Óscar de este año, once en total: Mejor película, mejor director, mejor guión adaptado, mejor fotografía, mejor dirección artística, mejor sonido, mejor banda sonora, mejor canción original, mejor montaje,

Reencarnación

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¿ E xiste la reencarnación? Muchas civilizaciones creen en la existencia de la reencarnación como una cadena eterna de transformaciones que llevan a nuestra alma a una vida eternizada, embutida en distintos cuerpos. A través de esas distintas existencias, el alma aprende y aprende hasta alcanzar una especie de estado de liberación o conciencia que trasciende lo humano: el nivel máximo de conocimiento del mundo. Creo en la reencarnación aunque no desde esa forma de ciclo eterno ya que todo cuerpo tiene un límite. Tengo mi propia teoría al respecto. Hoy más que nunca necesitamos de ese modelo de filosofía de muerte y renacimiento buscando cuantas reencarnaciones hagan falta a fin de encontrar sentido a nuestra existencia. Ese proceso dinámico, que bien podría decirse que está íntimamente unido al concepto de búsqueda de la felicidad, lo vivimos a diario. Cada poco tiempo nos encontramos en la encrucijada de tener que decidir entre dos, tres, cinco caminos, y hacemos lo que

Bye Bye Birdie - Marian Montesdeoca

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Este fin de semana visité la exposición de Marian Montesdeoca "Bye Bye Birdie" en "La Cámara" en la calle Bencomo,23 en La Laguna (Tenerife). Es una exposición que no te deja indiferente. Marian es una artista que experimenta buscando conjunción de temática y técnica hasta alcanzar una simbiosis que encaja de manera exacta. En esta serie llamada "Bye Bye Birdie" usa una técnica que ya fue utilizada hace siglo y medio, allá por finales del 1800, por los fotógrafos, el colodión húmedo, consistente en vaciar una porción de esta especie de barniz llamado colodión sobre las placas sin revelar. Es un trabajo de artesanos que casi exige el revelado instantáneo según se toma la fotografía, de hecho, los que practicaban esta técnica, viajaban con el laboratorio a cuestas porque esta mezcla debía hacerse según se tomaba la fotografía. El efecto conseguido es el que pude comprobar al visitar la obra. Marian Montesdeoca roba esas imágenes del siglo XXI y las tran

Las voces bajas - Manuel Rivas

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E ste mes de enero ha caído en mis manos el libro "Las voces bajas" de Manuel Rivas . Es el primer libro que hemos leído el club de los 1001 lectores , al que os recomiendo que os apuntéis, una iniciativa ambiciosa de La Esfera Cultural que nos permitirá aprender mientras leemos, una iniciativa que aspira a ser el club de lectura más grande del mundo. Empezaré diciendo que Las voces bajas no es una novela. Lo digo de entrada porque me hubiera gustado saberlo antes de empezar a leerlo y no darme cuenta yo solo cuando iba ya por mitad del libro. Está escrito en forma de relato autobiográfico o diario de experiencias y narra, de una manera casi poética, cómo las vivencias entran de a poco en la infancia y la adolescencia así, a hurtadillas, como voces bajas o susurros. No hay un hilo conductor. Es como una sucesión de relatos que no tienen que ver unos con otros. Bueno, mentira. Quizás sí que haya un hilo conductor y se llama de María, la hermana del narrador que intuimos o