La tía Tula - Miguel de Unamuno

Libro: La tía Tula
Autor: Miguel de Unamuno
Edit: Espasa Calpa
ISBN: 9788467034011
176 páginas
PVP: 6,60 € en Agapea
 Cada cierto tiempo echo una mirada atrás, a los clásicos de la literatura. Sobre todo me centro en esas asignaturas pendientes, los que no he leído y tengo que leer, porque los que escribimos tenemos deudas de lector. Miguel de Unamuno era uno de esos de la lista de pendientes. Me sentía atraído más que por su literatura, por su vida, por cómo su pensamiento vivió siempre en el conflicto, consigo mismo sobre todo. Unamuno era de los que se cuestionaron todo, hasta el punto de apoyar el levantamiento militar y arrepentirse dos meses después y desdecirse sobre lo dicho con aquel célebre "para vencer hay que convencer" con el que se enfrentó publicamente al fundador de la legión José Millán-Astray, hecho que le llevó a estar recluido en arresto domiciliario los últimos días de su vida hasta que se dejó vencer súbitamente un 31 de diciembre del 36, rumiando culpas.

Algo de Unamuno hay en la Tía Tula, una "nivola" como él las llamaba, un nuevo género literario creado por él y que nacía lejos de los formalismos y corsés de la novela clásica. La nivola de Unamuno no era una novela al uso, sino que se creaba sobre el propio hecho de la escritura, donde los personajes iban formándose a golpe de trazos, sobre la marcha y sin guiones, una manera más natural, si lo pensamos, que la del diseño previo de la novela clásica. Para construir la trama se servía mucho de los diálogos y también de los monólogos más que de la descripción. Por eso me resultó tan extraña, porque veía algo de divagación. Al principio pensé "este Unamuno seguro que fue un gran filósofo o ensayista, porque lo que es escritor, lo que se dice escritor, no me parece muy bueno", pero luego, pensándolo mejor y mirando con perspectiva lo que he leído, creo que su aportación a la literatura es cuando menos valiente. Los que le criticaron en su modo de escribir, lo criticaban en base a los cánones de la escritura clásica, sin embargo no se daban cuenta de que había creado su propio estilo novelístico, nivolístico para ser exactos. Equivocados que estaban los ignorantes críticos de la época...

Sinopsis:

La tía Tula es una novela corta, de unas 170 páginas más menos. Tula (diminutivo de Gertrudis) y Rosa (su hermana), ambas huérfanas, se crían con su tío Primitivo, que era sacerdote. Ramiro, un joven de buena posición, se enamora de Rosa y termina casándose con ella y de ese matrimonio empiezan a nacer hijos que la tía Tula va criando como si fueran suyos hasta que Rosa muere en el último de los partos, el tercero, quedando Tula consagrada a la crianza de los tres sobrinos, que asume como hijos propios, y también por si fuera poco del cuidado del marido viudo, que entonces manifiesta su atracción sobre Tula, mientras ella rehuye la relación.

No seguiré contando el argumento porque desvelaría cosas importantes sobre lo que sucedería después, aunque el encanto de la novela no está en lo que ocurre sino en la construcción de los personajes, sobre todo el de la tía Tula, una mujer que encarna muchas de las contradicciones del Unamuno pensador, que pasó de ser un ateo confeso a pensar que debía de haber un diálogo continuo en el hombre entre fe y razón. Probablemente, leyendo algo de la biografía de Unamuno y después de leer La tía Tula, podemos apreciar ciertos rasgos de él en aquella. No es descabellado. Unamuno, de hecho, siempre dijo escribir sobre el ser humano, y en concreto sobre él mismo, ya que, como decía, "escribo sobre mí porque soy el hombre que tengo más cerca".

Cuando me formé y aprendí lo poco que sé como escritor en La Escuela Canaria de Creación Literaria, una de las primeras cosas que me enseñaron fue que no hay novela si no hay conflicto. Podríamos también decir por extrapolación que en el personaje ocurre lo mismo. La tía Tula, toda ella es un conflicto. Unamuno plantea un personaje que decide ser madre siendo virgen, muriendo virgen. Establece un paralelismo en un momento dado con las abejas: siendo zánganos y Reina las que tienen la prole sin saber lo que es un hogar, lo que es construir una colmena, siendo las abejas, como Tula, las que nunca serán madres, las únicas encargadas de construir y sostener el hogar. Y luego está el otro aspecto soterrado, el del sororato o amor de Ramiro hacia las dos hermanas: por Rosa primero, que sería la madre de sus hijos, y por Tula después que dejaría de ser tía de sus sobrinos para convertirse en madre de éstos fallecida Rosa, pero todo ello recubierto de un velo de represión sexual que impedirá que Tula y Ramiro puedan amarse abiertamente. Unamuno echa mano del erotismo en su novela, permitiendo que se asome muy de soslayo en algunos pasajes, una novedad en su escritura y en la de muchos de su generación.

Miguel de Unamuno (imagen extaída de Google images)

La tía Tula se estructura en 25 capítulos cortos, pero claves son el capítulo VII y el XII. El primero donde Ramiro a través de un monólogo interno hace un repaso a sus sentimientos sobre Rosa, sobre Tula, sobre la paternidad, la maternidad, el amor, sobre todo el amor...

"El amor, sí ¿Amor? ¿Amor dicen? ¿Qué saben de él todo esos escritos amatorios, que no son amorosos, que de él hablan y quieren excitqrlo en quien los lee? ¿Qué saben de él los galeotos de las letras? ¿Amor? No amor, sino mejor cariño. Eso de amor –decíase Ramiro ahora– sabe a libro; sólo en el teatro y en las novelas se oye el yo te amo; en la vida de carne y sangre y hueso el entrañable ¡te quiero! y el más entrañable aún callárseo. ¿Amor? No, ni cariño siquiera, sino algo sin nombre y que no se dice por confundirse ello con la vida misma..."

Y el segundo, ese capítulo XII donde no es un monólogo de Tula sino un diálogo con su confesor, que me dio la sensación al leerlo que era el propio escritor el que interrogaba a Tula para extraer de ella sus pensamientos:

–Le he dicho, padre, que le quiero; pero no para marido. Le quiero como a un hermano, como a un más que hermano, como al padre de mis hijos, porque éstos, sus hijos, lo son más míos de lo más dentro mío, de todo mi corazón; pero para marido, no. YO no puedo ocupar en su cama el sitio que ocupó mi hermana... Y sobre todo, yo no quiero, no debo darles madrastra a mis hijos...
–¿Madrastra?
–Sí, madrastra. Si yo me caso con él, con el padre de los hijos de mi corazón, les daré madrastra a éstos, y más si llego a tener hijos de carne y de sangre con él. Esto, ahora ya..., ¡nunca!

Personajes atrapados por la elección temprana, por el cumplimiento de los designios del señor, por el no haber vuelta atrás. Personajes que terminan consumidos en ellos mismos dejando por el camino muchas reflexiones y preguntas sin respuestas, las mismas que se hacía el autor, que también se consumió por lo mismo, por intentar confrontarse con él mismo para encontrar la verdad sin saber que no hay verdad en sí sino verdades en sí mismo, en él mismo, en uno mismo.




Comentarios

Ana J. ha dicho que…
No sé cómo te las apañas, pero siempre me apetece leer los libros que reseñas.
Siempre he sentido una aversión irracional hacia esta novela. No sé por qué, supongo que porque en el fodo me imaginaba que trataba de la historia de una solterona amargada. Prejuicios, está claro.
Ahora creo que será una historia que me conmoverá y de la que voy a disfrutar.
Gracias!!!!

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