César de los vientos.


César es fuego. Prendieron sus llamas en sus viajes y ya nunca se apagaron. Sigue ardiendo. No salió de Lanzarote para no volver y vivir de su arte. Viajó y vivió, y volvió para que Lanzarote viviera y no languideciera planchada en muros de hormigón. Fue cruzado contra los infieles de la Naturaleza, y nos enseñó que no es fea esta tierra negra llena de zahorra, que no hay que sentir vergüenza de lo que tenemos sino orgullo; y de ese orgullo verde y blanco pintó su Isla. Me viene a la memoria alguna entrevista en la que nunca perdía la sonrisa, y me recuerda aquel dicho de que si la vida te da limones hazte una limonada. A César le dio por nacer en isla de vientos e hizo veletas y nos enseñó que el viento tiene color y no se mueve por capricho. Cuando visito Lanzarote allí se lo permito todo, hasta que me vuele la gorra, porque no es que sea cabrón el puto viento, sino que se ha vuelto juguetón. Hace hoy veinte años que César se volvió a su cueva, aquella de la que salió como un lagarto, y no le echamos de menos porque nunca se fue: se quedó para siempre porque César es agua, lava y marea, y sobre todo viento.


Lancelote
(a César Manrique, pastor de vientos y volcanes)
Autor: Rafael Alberti.

Vuelvo a encontrar mi azul, 
mi azul y el viento,
mi resplandor,
la luz indestructible 
que yo siempre soñé para mi vida.

Aquí están mis rumores,
mis músicas dejadas,
mis palabras primeras mecidas de la espuma,
mi corazón naciendo antes de sus historias,
tranquilo mar, mar pura sin abismos.

Yo quisiera tal vez morir, morirme,
que es vivir más, en andas de este viento,
fortificar su azul, errante, con el hálito
de mi canción no dicha todavía.

Yo fui, yo fui el cantor de tanta transparencia,
y puedo serlo aún, aunque sangrando,
profundamente, vivamente herido,
lleno de tantos muertos que quisieran
revivir en mi voz, acompañándome.

Más no quiero morir, morir aunque lo diga,
porque no muere el mar, aunque se muera.
Mi voz, mi canto, debe acompañaros
más allá, más allá de las edades.

He venido a vosotros para hablaros y veros,
arenales y costas sin fin que no conozco,
dunas de lavas negras,
palmares combatidos, hombres solos,
abrazados de mar y de volcanes.

Subterráneo temblor, irrumpiré hacia el cielo.
Siento que va a habitarme el fuego que os habita.

Rafael Alberti, Tahiche, 31 de mayo de 1979.


Comentarios

Amando Carabias ha dicho que…
Emocionante recuerdo de uno de los grandes.
mabrito67@gmail.com ha dicho que…
Sin duda uno de los grandes. Lo admiro y no dejo de peregrinar por su santuario cada vez que puedo.
FranCo ha dicho que…
Fue a la primera persona que la asocié al arte. Desde que empecé a tener uso de razón, con 8/9 años me fijé en su obra, la seguí, la he tocado y aluciné cuando visité su casa en Lanzarote.
En mi despacho siempre ha presidiendo una reproducción seriada de una de sus obras. Aunque como pintor tampoco es que haya destacado mucho. Su arte es más generalista.
Ángeles Jiménez ha dicho que…
Un grande de los nuestros, sin duda. Gracias, Miguel por traérnoslo a la memoria, y también por el poema de Alberti, no lo conocía..
Carlos Yarza ha dicho que…
Un gran personaje que si viera lo que los politicastros han hecho con su isla ahora,sin duda se suicidaría...
Unknown ha dicho que…
Bellísimo poema, una más de las belleza que me llevé de Lanzarote.

Entradas populares de este blog

Un vaso de cólera - Raduan Nassar

El abuelo que saltó por la ventana y se largó - Jonas Jonasson

La tía Tula - Miguel de Unamuno